Microsoft ha decidido cambiar el logo de la compañía por primera vez después de veinticinco años. Se trata de un nuevo cambio en la imagen de la compañía, que está remodelando sus productos principales para hacer frente a la nueva realidad del mercado.
Una de las piezas clave en este proceso de transformación y que va a medir gran parte del éxito de la estrategia de la compañía será sin duda Windows 8, la nueva versión de su sistema operativo estrella que cuenta con una interfaz principal que se aleja del escritorio y se acerca al entorno de los dispositivos móviles.
El nuevo logo de Microsoft utiliza la fuente Segoe, que la compañía está desplegando a lo largo de sus diferentes programas y también del propio sistema operativo Windows 8. La compañía guarda celosamente esta fuente para utilizarla solo en sus logos (de hecho esta fuente no está disponible dentro de Word). Esta nueva representación visual de la empresa incorpora cuatro cuadrados de color azul, verde, amarillo y rojo que se unen al nombre de la empresa y que se unen en un cuadrado más grande, que reproduce la imagen de una ventana. Esta idea es la que ha caracterizado la mayoría de los logos que se han utilizado para su sistema operativo Windows.
Los colores representan a Windows (en el que predomina el azul), Xbox (verde) y Microsoft Office (rojo). Lo que todavía no se ha desvelado es a qué corresponde el cuarto color que forma el cuadrado, el amarillo. En cuanto al nombre de Microsoft, se abandona el tipo en cursiva y la negrita del anterior logo y se opta por un diseño más sobrio y sencillo. En cierto modo, sorprende que la compañía opte por un diseño tan simple, aunque es cierto que en los últimos tiempos han habido algunas empresas tecnológicas que también han diseñado logos que tienden a la sencillez en sus líneas.
Uno de los ejemplos más recientes lo hemos vivido con el cambio del logo de Chrome, que ha adoptado unas líneas muy simples y carentes de volumen. Microsoft está inmerso en un proceso de transformación muy profundo que le está llevando a remodelar la mayor parte de sus servicios. Este cambio ha comenzado a cristalizar a través del sistema operativo Windows 8, que está marcando las líneas del diseño que están siguiendo otros productos de la empresa.
Algunas de las claves de este nuevo concepto están en la utilización de menús más visuales, con las opciones de uso de un tamaño mayor y con la fuente Segoe o la utilización muy habitual de tres columnas a la hora de dividir las distintas funciones de la aplicación. Pero el paso principal de Microsoft no es tanto el cambio de diseño, como el hecho de desplegar una interfaz similar a través de la mayoría de sus productos. Se trata de una apuesta global un tanto arriesgada (sobre todo si el diseño no termina de cuajar) pero que puede resultar muy útil para los usuarios que adopten la plataforma.
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